Autorretrato Invertido

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Autorretrato Invertido

Se hizo una foto en su habitación el día 24 de diciembre. Buscó algunos efectos en el PC para editarla. Eligió “invertir” junto con algunos de sus efectos habituales preferidos. Le gustó como quedaba pero no estaba satisfecho del todo, buscó otros efectos como: “arrancar la melancolía”, “provocar la catarsis”, “parar el tiempo”, “sacudirse el escalofrío”, “escarbar en el misterio”, “acariciar gacelas”, “difuminar el horror”, “esquivar la zona oscura”, “sazonar cada minuto con aquella inocencia antigua”, “ignorar al petimetre”…

Pero no los encontró, así que se desnudó, se duchó, se fue a la cena de Noche Buena y ofreció el pavo que había cocinado a los veinte comensales. Recibió como regalo del “Amigo Invisible” (algún graciosillo que yo me sé) un vinilo impecable de “La Tuna Universitaria de Córdoba” y un libro de Michel Onfray sobre el hedonismo ético.

Babelain CD "El Guionista de los Sueños"

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Presentación del CD “El Guionista de los sueños de Babelain
Por Ficus:
“Comienza el decimocuarto trabajo del incombustible Babelain, y lo hace con ese aire místico y evocador que poseían algunos discos de la segunda mitad de la decada dorada. De viento y percusión lejana, de atmosfera nebulosa, de texto surrealista y guitarras que te atrapan. Tanto es así que por un momento pienso que he pinchado “Inner Mystique” de Chocolate Watch Band o algún otro disco del verano del amor en la costa oeste.

Continúa con el espíritu Dylaniano (Tanto musical, como poético) que se deja entrever en "Todo es Mentira".

Y como no podía faltar el toque iconoclasta de cada entrega, ese aparece en "El Héroe Razonable", a caballo entre los Kinks y Zappa. De repente me encuentro silbando la pegadiza melodía...

Si "Deja Que Sueñe Despierto" se hubiese grabado en Suecia, diríamos ¡¡Que buenos son los nórdicos cuando coquetean con el garaje!!

"Soledad" yo la definiría como el Yin y el Yan, ya que combina de manera magistral una optimista musicalidad de pop soleado, con una preciosista y melancólica letra.

En "Los Amantes" no puedo ser imparcial, ya que me gustó tanto la primera vez que la escuché, que me hizo cambiar de planes e incluirla en mi blog cuando ya tenía la entrada redactada y las canciones elegidas. Una genialidad con dos voces maravillosas

"Equilibrio" tiene un aire de tugurio lleno de humo con piano al fondo. Eso que al otro lado del charco denominan Pub music.

"El vértigo del naufragio" podría, perfectamente, haberla escrito Nick Cave y sus Bad Seeds. Alguien dijo una vez que no se podría disfrutar de la luz, sin haber disfrutado la oscuridad y viceversa.

Después, un breve, soberbio e impecable trabajo de instrumentación llamado "Leche Merengada", en la que la velocidad de la percusión y las guitarras parecen volar.

Luego dos grandes versiones, "Dead end Street" y "Rosy y Won't You Please Come Home" de los Kinks me hacen poner los pies en la tierra.

Pero solo por un momento, ya que vuelvo a salir de "Viaje Interestelar", un maravilloso ejercicio de psicodelia instrumental que vuelve a transportarme a mundos lejanos imaginarios.

Y el álbum se cierra de nuevo con "The Lovers", mi canción favorita. Habrá algún purista que la prefiera en el idioma de Cervantes o en el de Shakespeare. A mí me da igual, pienso que es un temazo y sonaría igual de bien aunque estuviese en sánscrito.
¿Alguien da mas...? “

Nuevo Link 22/01/2017


De viaje por la costa

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Viaje por la Costa Azul

Éramos unos pobres parias de viaje, pero el viaje era por la ¡Costa Azul! El coche era un Citroen “dos caballos” pero era ¡descapotable! Mavi se sentaba a mi lado y yo conducía; en la parte de atrás, Paco y José Ramón no paraban de soltar frases sin ton ni son. La música que habíamos elegido de banda sonora era un popurrí grabado en casete para la ocasión con canciones de varios estilos (jazz, blues, rai, reggae, soul…)

Paco.- la Cábala dice: “Cede al deseo, pero refinándolo”

José Ramón.- (cantando) A Pamplona hemos de irrrrr, con una media con una mediaaaa, a Pamplo…

Paco.- El Código de Manú dice: “No hay humillación más grande que existir”

José Ramón.- A pamplona hemos de irrrrrrrrrrrrrr…

Mavi.- No corras tanto

Yo.- Pero si voy despacio

Paco.- La Tabla Esmeraldina dice: “Verdadero, sin falsedad, cierto y muy verdadero:
lo que está de abajo es como lo que está arriba y lo que está arriba es como lo que está abajo,
para realizar el milagro de la Cosa Única”.

José Ramón.- A mi me gusta estar abajo; arriba, la hembra… ¿y a vosotros?, digo para realizar el milagro ese del que habla Paco. ¿No hablamos de coitos?

Mavi,.- ¿pero tú no ibas a Pamplona?

José Ramón: ..hemos de irrrr, con una media y un calcetinnnnnnnn

Paco.- Calla, ¿este no es John Mayall ? (Suena “Don't Pick A Flower”)

Yo.- Si, a veces se pone tierno.

Mavi.- A mí me gusta

Paco.- (Dalinianamente) Hay- que- hacer- las -cosssssasss -con -rigorrrr, ab-so-lutaaaaa-mente

Yo.- Con rigor mortis. Ri-gor- moooo-rrrrr-tisssssss

José Ramón.- Vamos a parar un rato a tomar un vino de sacristía

Paco.- Eres la hostia

Mavi.- ¿Por qué corres tanto si vamos cuesta abajo? nos vamos a despeñar

Yo.- Pero si yo no acelero

Mavi.- entonces por qué vamos tan deprisa

Yo.- ¡porque se han roto los frenos!

Paco y José Ramón.- Ah, bueno, si es por eso…

Mavi se tapa los ojos y grita: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Yo.- Era broma, mujer.

Mavi me da puñetazos en el brazo y casi pierdo el control del coche. Paramos en un bar, pedimos una botella de Château d'Yquem, como si fuéramos Humphrey Bogart en “No somos ángeles”. Después de pagar la abultadísima cuenta nos quedamos sin una peseta. Habrá que utilizar alguna estrategia para “subvencionar” el viaje de vuelta (sin pasar por Pamplona, claro está).

Memorias de una mujer

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RECUERDOS DE UNA MUJER ANTES DE MORIR

Cuando ya me quedan meses, quizás semanas o días para que mi estancia en este mundo llegue a su fin, me gustaría dejar por escrito algunos lances de mi vida por si pueden ser de interés para alguien, cosa que dudo.

Lo primero que recuerdo más o menos con cierta nitidez es a mi madre caminando delante de mí con su culo redondo dando bandazos de lado a lado del carril de tierra y con el cesto de ropa en la cabeza yendo hacia el río. Tendría yo unos tres o cuatro añitos. Ahí me di cuenta de que nunca sería como mi madre. Yo sería puro espíritu (nada de culo gordo ni tiestos en la cabeza). Yo sería casi un suspiro. Ahora que ya casi expiro, creo que conseguí aquel deseo de la niñez. También recuerdo que fue a partir de aquella visión cuando empecé a querer a mi madre con locura, con ternura, con pasión. Ella era lo opuesto a lo que yo quería ser y, curiosamente, al mismo tiempo, era la personificación de la bondad hecha carne.

Un segundo recuerdo importante fue el primer beso. A los catorce años fui a una fiesta de cumpleaños y en el típico juego de “las tinieblas”, al apagar la luz, me metí en un armario lleno de ropa donde alguien había tenido antes que yo la ocurrencia de esconderse. Pensé que era uno de los muchos niños invitados a la fiesta. De pronto noté que me acariciaban la cara como hacen los ciegos para reconocer a alguien. Me dejé hacer. Sentí escalofríos. Luego vino el beso, liviano, casi un roce en los labios. En ese momento alguien abrió la puerta del armario y allí estábamos yo y “ella”, la niña que me caía peor de todo el colegio. A partir de aquel lance fortuito, se me quedó la etiqueta de lesbiana y ya nada ni nadie pudo borrarla.

El tercer recuerdo que me viene a la cabeza cuando repaso mi vida en las tardes de domingo bebiendo té y mirando por la ventana como se refugian los pájaros en los árboles, es mi primer día como trabajadora social en una de las prisiones más importantes del país. Me asignaron un preso al que tenía que sacar toda la información referente al delito cometido y a su carácter y luego ayudarle ante el juez. Era un hombre mayor, pelo corto y rojizo, ojos pequeños y penetrantes, aún de aspecto agradable. Me miró fijamente a los ojos y me dijo con absoluta calma: “Es inútil joven, no hay nada que hacer; soy culpable y no me arrepiento. Lo volvería a hacer. No pierda el tiempo conmigo”. No supe que hacer. Salí de allí bloqueada, asustada. Entré en el servicio y lloré desconsoladamente durante un buen rato. La mirada fría del preso y la impotencia que sentí se quedaron clavadas en mí y luché contra ellas durante toda mi vida. En aquel momento hice el propósito de ser la mejor en mi trabajo. Y si no fui la mejor, poco le faltó porque me dediqué en cuerpo y alma a los presos, procurando que la estancia en la cárcel fuera lo más llevadera posible y ayudándoles en todo el proceso ante los jueces con la mayor solvencia.

No tuve pareja ni la busqué. Hubo pretendientes de ambos sexos pero los rechacé sin inmutarme. Mi espíritu no permitía compartir mi vida con nadie. Sería muy duro para mi pareja llevar la existencia ascética que había programado y yo no necesitaba a nadie para llevarla a cabo. A veces, casi siempre en otoño, algún pensamiento se cruzaba en mi mente, imaginando una vida compartida, me dejaba llevar unos instantes por un supuesto idilio pero enseguida volvía a mi ser y descartaba todo pensamiento que me apartara de mi camino.

Luego me jubilé con tristeza y me retiré a una casita en el pueblo que había heredado de mis padres. Mi padre siempre quiso que yo viviera en esa casita cuando fuera mayor y así fue. Él nunca demostró cariño por mí, pero sé que me quería con esa forma silenciosa y brusca de algunos campesinos de tierra adentro que trabajan en el campo de sol a sol.

Una noche de tormenta, sentada en una mecedora en el porche de la casa, me descubrí llorando, al recordar tan vívidamente que parecía estar ocurriendo en ese momento, aquel beso con la niña en el armario; noté el roce en los labios, se me puso la piel de gallina; al instante sonó un trueno descomunal que me hizo dar un salto en la mecedora. Entré en la casa, me preparé un consomé y me fui a la cama.

Viví una jubilación tranquila y solitaria en el pueblo; solo alternaba con el tendero y con algunas vecinas que me traían víveres de sus huertas y granjas de vez en cuando. Oía la radio, me dedicaba a los menesteres habituales de cualquier casa y daba algún paseo por los alrededores cuando hacía buen tiempo.

Hay un recuerdo que querría que se quedara para mí, para no quedar como una loca. Pero contaré algo. Una vez vi a un fantasma rondando alrededor de mi cama. Sé a ciencia cierta que era un fantasma pero no voy a dar detalles. Cerré los ojos muerta de miedo y llamé mentalmente a “mi ángel”. Al abrir los ojos, el fantasma había desaparecido. Sé que lo que llamo “mi ángel” es imaginario, pero casi nunca me falla. No vayan a pensar que soy una vieja chiflada.

Y ahora, que ya me queda poco por vivir, dejo estos breves recuerdos, más que nada para que al escribirlos, me hagan sentir que he vivido. Aunque no sé si ha sido un camino elegido por mí a partir de los propósitos hechos en mi niñez o alguien lo ha trazado de una manera tan sutil que me lo ha hecho creer así.

Un Romance Insólito (Íncubo/Súcubo)

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Un romance insólito

Hace mucho, mucho tiempo sucedió un hecho extraordinario. Un Íncubo y un Súcubo vivieron un romance verdaderamente explosivo, como no podía ser menos. ¡La debacle! En ninguna cabeza cabe que dos demonios sexuales se embarque en una aventura romántica entre ellos, o mejor dicho, “contra” ellos. ¡Quién lo iba a imaginar!

Pues sucedió y por espacio de un mes aproximadamente. Los encuentros eran batallas orgiásticas descomunales que duraban toda una noche. Cuando amanecía, cada cual se retiraba a su morada, completamente exhausto, vacio, vencido, magullado…pero en cierto sentido, feliz.

Después de unas cuantas “sesiones”, más que demonios parecían fantasmas anémicos, un sombra pálida de aquellos orgullosos seductores que habían tomado apariencia de joven apuesto, el Incubo, y de hermosísima y exótica mujer, el Súcubo. Cada batalla era un robo de energía sexual al amante pero no la podían aprovechar a su favor, solo suponía pérdida para ambos bandos. Sus energías eran incompatibles, sus cuerpos la rechazaban una vez robada del contrario.

Por fin llegó la cordura, si se puede llamar así a una decisión demoníaca. A pesar de la atracción irresistible, acordaron que no podían seguir viéndose si no querían acabar con sus vidas. Así que decidieron de mutuo acuerdo continuar seduciendo a mortales, como está escrito y dejarse de amores y pasiones imposibles.

Enseguida empezaron a recuperar la energía sexual. Al Íncubo le creció el pene 35 cm. solo en cuatro noches seductoras y el Súcubo, recobró el brillo y la suavidad en la piel que había perdido en el romance contranatura y le volvieron a salir las alas.

Este es un hecho extraordinario y no se conoce otro ejemplo de romance entre un Íncubo y un Súcubo, que yo sepa.





Tan poca cosa

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Tan poca cosa

Quizá solo sea eso

Una visión fugaz

El resplandor de un relámpago

El sonido de una gota

que cae sobre un lago helado

El remolino que surge

entre trenes que se cruzan

Quizá solo sea eso

La sombra del humo

que el viento dispersa

El paso de la risa al llanto

El momento en el que el tiempo

decide ir más deprisa

y el corazón se desboca

Quizá solo sea eso

Un suspiro invertido

Una gacela que brinca

y desaparece en el bosque

La hoja que cae del árbol

rozando la piel desnuda

de un niño junto a la fuente

Quizá solo sea eso

Y siendo tan poca cosa

Porqué nos trastorna tanto


Memorias de una mujer

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RECUERDOS DE UNA MUJER ANTES DE MORIR

Cuando ya me quedan meses, quizás semanas o días para que mi estancia en este mundo llegue a su fin, me gustaría dejar por escrito algunos lances de mi vida por si pueden ser de interés para alguien, cosa que dudo.

Lo primero que recuerdo más o menos con cierta nitidez es a mi madre caminando delante de mí con su culo redondo dando bandazos de lado a lado del carril de tierra y con el cesto de ropa en la cabeza yendo hacia el río. Tendría yo unos tres o cuatro añitos. Ahí me di cuenta de que nunca sería como mi madre. Yo sería puro espíritu (nada de culo gordo ni tiestos en la cabeza). Yo sería casi un suspiro. Ahora que ya casi expiro, creo que conseguí aquel deseo de la niñez. También recuerdo que fue a partir de aquella visión cuando empecé a querer a mi madre con locura, con ternura, con pasión. Ella era lo opuesto a lo que yo quería ser y, curiosamente, al mismo tiempo, era la personificación de la bondad hecha carne.

Un segundo recuerdo importante fue el primer beso. A los catorce años fui a una fiesta de cumpleaños y en el típico juego de “las tinieblas”, al apagar la luz, me metí en un armario lleno de ropa donde alguien había tenido antes que yo la ocurrencia de esconderse. Pensé que era uno de los muchos niños invitados a la fiesta. De pronto noté que me acariciaban la cara como hacen los ciegos para reconocer a alguien. Me dejé hacer. Sentí escalofríos. Luego vino el beso, liviano, casi un roce en los labios. En ese momento alguien abrió la puerta del armario y allí estábamos yo y “ella”, la niña que me caía peor de todo el colegio. A partir de aquel lance fortuito, se me quedó la etiqueta de lesbiana y ya nada ni nadie pudo borrarla.

El tercer recuerdo que me viene a la cabeza cuando repaso mi vida en las tardes de domingo bebiendo té y mirando por la ventana como se refugian los pájaros en los árboles, es mi primer día como trabajadora social en una de las prisiones más importantes del país. Me asignaron un preso al que tenía que sacar toda la información referente al delito cometido y a su carácter y luego ayudarle ante el juez. Era un hombre mayor, pelo corto y rojizo, ojos pequeños y penetrantes, aún de aspecto agradable. Me miró fijamente a los ojos y me dijo con absoluta calma: “Es inútil joven, no hay nada que hacer; soy culpable y no me arrepiento. Lo volvería a hacer. No pierda el tiempo conmigo”. No supe que hacer. Salí de allí bloqueada, asustada. Entré en el servicio y lloré desconsoladamente durante un buen rato. La mirada fría del preso y la impotencia que sentí se quedaron clavadas en mí y luché contra ellas durante toda mi vida. En aquel momento hice el propósito de ser la mejor en mi trabajo. Y si no fui la mejor, poco le faltó porque me dediqué en cuerpo y alma a los presos, procurando que la estancia en la cárcel fuera lo más llevadera posible y ayudándoles en todo el proceso ante los jueces con la mayor solvencia.

No tuve pareja ni la busqué. Hubo pretendientes de ambos sexos pero los rechacé sin inmutarme. Mi espíritu no permitía compartir mi vida con nadie. Sería muy duro para mi pareja llevar la existencia ascética que había programado y yo no necesitaba a nadie para llevarla a cabo. A veces, casi siempre en otoño, algún pensamiento se cruzaba en mi mente, imaginando una vida compartida, me dejaba llevar unos instantes por un supuesto idilio pero enseguida volvía a mi ser y descartaba todo pensamiento que me apartara de mi camino.

Luego me jubile con tristeza y me retiré a una casita en el pueblo que había heredado de mis padres. Mi padre siempre quiso que yo viviera en esa casita cuando fuera mayor y así fue. Él nunca demostró cariño por mí, pero sé que me quería con esa forma silenciosa y brusca de algunos campesinos de tierra adentro que trabajan en el campo de sol a sol.

Una noche de tormenta, sentada en una mecedora en el porche de la casa, me descubrí llorando, al recordar tan vívidamente que parecía estar ocurriendo en ese momento, aquel beso con la niña en el armario; noté el roce en los labios, se me puso la piel de gallina; al instante sonó un trueno descomunal que me hizo dar un salto en la mecedora. Entré en la casa, me preparé un consomé y me fui a la cama.

Viví una jubilación tranquila y solitaria en el pueblo; solo alternaba con el tendero y con algunas vecinas que me traían víveres de sus huertas y granjas de vez en cuando. Oía la radio, me dedicaba a los menesteres habituales de cualquier casa y daba algún paseo por los alrededores cuando hacía buen tiempo.

Hay un recuerdo que querría que se quedara para mí, para no quedar como una loca. Pero contaré algo. Una vez vi a un fantasma rondando alrededor de mi cama. Sé a ciencia cierta que era un fantasma pero no voy a dar detalles. Cerré los ojos muerta de miedo y llamé mentalmente a “mi ángel”. Al abrir los ojos, el fantasma había desaparecido. Sé que lo que llamo “mi ángel” es imaginario, pero casi nunca me falla. No vayan a pensar que soy una vieja chiflada.

Y ahora, que ya me queda poco por vivir, dejo estos breves recuerdos, más que nada para que al escribirlos, me hagan sentir que he vivido. Aunque no sé si ha sido un camino elegido por mí a partir de los propósitos hechos en mi niñez o alguien lo ha trazado de una manera tan sutil que me lo ha hecho creer así.

Babelain Single.- Dead end street. Equilibrio.

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Último single para completar el CD nº 14.

1.- Dead end street (Ray Davies)

2.- Equilibrio (Letra y música.- Babelain)


EQUILIBRIO

(Letra y música.- Babelain)

I

Dialoga el acantilado

Con la espuma de las olas

En la orilla la bailarina

Baila sola

Los números buscan el cero

Para volver a la nada

La luna sugiere algo

Y calla el sol

(Estribillo)

El amor hace sus cuentas

Sin importarle los riesgos

La noche entra en juego

Y se abre como una flor

La luna sugiere algo

Y calla el sol

II

El ciclista va escribiendo

Su poema de dos ruedas

El árbol se despereza

En la vereda

El niño gira su aro

Camino del infinito

La niña olvida el tiempo

Y lanza un grito

(Estribillo)

III

Consulta el cielo su agenda

Ya suenan algunos truenos

Renuevan los escorpiones

Su veneno

Sobreviven los que nadan

Sin pensar en las corrientes

El silencio del suicida

Es inocente

(Estribillo)

Link Single:

Me parece

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Me parece que nada está quieto

Que todo se agarra a la ausencia

Y en cada esquina la luz agoniza

A veces, cuando pesa el equipaje

Lanzo el anzuelo más lejos

Donde los sueños se ocultan

Me parece

Me parece que nada está quieto

Que todo se agarra a la ausencia

Y en cada esquina la luz agoniza

A veces, cuando pesa el equipaje

Lanzo el anzuelo más lejos

Donde los sueños se ocultan


El Flan Chino y El León Gay (Minirelatos)

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El Flan Chino

Un japonés luchaba él solito a “brazo partido” (tenía un brazo roto) contra un millón de chinos de la china. Después de haber derrotado a 999.999 chinos de la china, el japonés, exhausto, dijo ¡me rindo estoy hecho puré!

El único chino que quedaba y que estaba dispuesto a salir corriendo muerto de miedo y que estaba hecho un flan por el despliegue de mamporros que repartía el japonés, resultó un héroe y por los méritos obtenidos en esta triunfal batalla, lo contrataron como figura decorativa en la publicidad del Flan Chino Mandarín. De ahí la expresión “Estoy hecho un flan”.


El León Gay

Había una vez un león en un circo que era homosexual y cuando quería hacerse el fiero, lanzaba la zarpa de una manera un poco extraña al mismo tiempo que emitía un “grrrr” un tanto suave en comparación con el potente “GRRRRRRR” de otros leones. Por esa razón, el público no se lo tomaba en serio.

El pobre león le pidió consejo a sus compañeros leones y estos le recomendaron que “saliera del armario” de una vez por todas. El león gay les hizo caso y un día salió del armario, se comió a tres señoras, con sus pamelas respectivas, que tomaban el té en una terraza de verano y a un señor zangolotino, con bombín y paraguas, que pasaba despistado por allí. A partir de aquel día, todo el mundo se lo tomó en serio. No era para menos.

Dialogo a tres bandas (El velatorio)

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Diálogo a tres bandas

En un velatorio. Solo hay dos hombres y el muerto.

Hombre A.- Perdone, ¿tiene usted hora?

Hombre B.- No tengo reloj, perdóneme usted a mí. Y ¿para qué quiere saber la hora?

A.- Pues para ver si es mi hora de hacer gárgaras

B.- Ah, pues es verdad, yo tengo también que ir a freír espárragos, pero no sé la hora

que es

El Muerto.- Váyanse a hacer gárgaras y a freír espárragos pero déjenme “descansar en paz”

A y B.- ¿quién le ha dado vela en este entierro?

El Muerto.- Yo soy el muerto, joder

A y B.- Pues el muerto al hoyo y el vivo al bollo

Los dos hombres salen muy amigables, uno a freír espárragos y otro a hacer gárgaras dejando al muerto descansando en paz, que es lo suyo

JotaJazz

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I

Se me apareció la bella Helena, la cantante y bailarina, la del lunar rojo en la frente, la que hipnotiza al público desde que aparece en escena hasta unas horas después de terminado el espectáculo.

-Jacinto, nos vamos tú y yo el mes que viene a Tahilandia. Haremos una gira para promocionar allí la Jota/Jazz.

-Ehhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Se te fue la pinza, no?

-Lo que estás oyendo. He tenido una revelación. Triunfaremos allí como The Beatles en U.S.A

-¿Has bebido, Helena?

-Ya sabes que yo solo bebo Ayran muy frio.

Pensé que solo era una locura o un capricho de los muchos que se le antojaban de cuando en cuando a Helena en los momentos de aburrimiento pero luego se olvidaba de ellos. Pero no, a partir de ahí se puso a trabajar en el proyecto y apareció al cabo de dos días en mi casa con saxos, clarinetes, contrabajos, guitarras, bandurrias, laúdes, etc.

-Ya te puedes poner a trabajar y grabar unas bases para poder tocar luego en directo sobre ellas; tú vas cambiando de instrumentos en cada canción, para hacerlo más variado mientras yo canto y bailo el nuevo ritmo Jota/Jazz. Lo acabamos de inventar. Salimos dentro de veintiocho días. Así que espabila

-Has perdido el juicio, Helena, creía que era una de tus famosas bromas. En mi vida he tocado jazz y ni en mis catorce anteriores vidas, que yo recuerde, he tocado una jota.

-Me da igual, una revelación es una revelación. Además tenemos un adelanto de 20.000€ que ya nos descontarán cuando cobremos los conciertos y del disco en directo que saldrá de la gira. Me soltó los 10.000€ encima de la mesa y se fue dejándome allí el arsenal de instrumentos.

Parecía que la cosa iba en serio, así que me puse a inventar eso de la Jota/Jazz. Ni yo mismo podría explicar cómo empezó a brotar aquella música. Grabé en diez días unos 15 temas. Apenas dormía, comía de tapas en el bar de la esquina y fumaba un cigarro tras otro. Bueno, los cigarrillos se consumían solos en el cenicero, mientras yo soplaba el saxo o tocaba el contrabajo o preparaba las mezclas definitivas de cada tema.

Al décimo día llamé a Helena para enseñarle las canciones .

-Mmmmmmm, no están nada mal (me dijo al terminar de oír las quince jazzjotas sin parpadear)

-¿Cómo que no están mal? Son la hostia, joder.

-Bueno, bueno, no te pases. Vamos a grabar la voz a ver qué tal quedan cantadas

Las grabamos en un par de días y quedaron magníficas. Un nuevo estilo había nacido; como siempre, partiendo de una locura.

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II

Fuimos a Tahilandia, hicimos la gira triunfal; grabamos el disco y el último día de la gira, Helena se presenta en el Hotel con un montón de instrumentos tahilandeses (Salterio, Kong, Jake…)

-Nos llevamos todo esto y cuando lleguemos, te pones a grabar el nuevo estilo Mor Lam/Sardana. Será un auténtico “pelotazo” ¿Qué no?

Estaba tan cansado que no reaccioné y como llevaba un mes en Tahilandia, adopté una actitud oriental de resignación, que era totalmente falsa ya que por dentro mi deseo más íntimo era estrangular a Helena con la cuerda más gruesa del contrabajo. No se me notó en la expresión, pero juro que mi intención era esa. Al día siguiente, el avión partió sin mí, para desesperación de Helena porque después de la nueva proposición musical que me hizo, salí del hotel, busqué en las afueras de la ciudad un monasterio zen, pedí asilo por un mes y me lo concedieron. Allí traté de vaciarme del ruido interior acumulado y llenarme de un silencio cálido y fresco al mismo tiempo que me ayudara a continuar con la vida caótica que parecía que me había asignado el destino.


¿De donde vienen las canciones?

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¿De dónde vienen las canciones?

Las canciones dormitan en una especie de limbo, ocultas en una espesa niebla. O bien en un océano lleno de algas brillantes, anémonas y estrellas de mar; o en nubes blancas atravesadas a duras penas por tímidos rayos de sol. Están ahí esperando ser capturadas por alguien que en algún momento tenga la antena a punto; en ese caso, ellas se dejan atrapar.

Cuento mi experiencia. Por ejemplo, estoy esperando a que Mavi termine de ponerse la ropa y el calzado adecuado para un paseo a pié hasta el pueblo

-por donde vamos ¿por la playa o por el campo?

- por donde tú quieras, te espero en el jardín

Cojo la guitarra acústica o española como por descuido, para hacer más llevadera la espera (no me gusta un pimiento esperar sin hacer nada) Los dedos se posan en el mástil, los dejo ir a su bola. Al principio no encuentran ningún camino, ninguna indicación, pero a veces, por arte de birlibirloque, de pronto aparece un incipiente juego de acordes, que poco a poco arrastran un principio de melodía. En un susurro casi inaudible, en realidad canto para adentro, va saliendo un esqueleto de canción en un idioma inventado que de lejos parece inglés, al menos para mis adentros. Corro hacia el ordenador, conecto la mesa de mezclas, el micro y abro el programa donde grabo mis canciones. Le doy al “rec” de la primera pista y hago una primera grabación casi espontanea. Es la que más me gusta, la menos viciada.

Bueno, ya tenemos el barco en los astilleros. Luego, cuando llegue el momento, hay que ir poniendo todo en su sitio, que encajen todas las piezas, acabarlas, pintarlas y botarlo a la mar. Una vez allí, hay que fijar un rumbo con el timón y darle la velocidad justa, los nudos adecuados cuando las calderas empiezan a funcionar. Luego vienen algunos arreglillos que son como la decoración exterior pero que lo dotan de una personalidad propia. Después viene la parte más complicada para mí; se trata de ordenar el abecedario y domesticar las letras y las frases para ajustarlas a la melodía. Normalmente transformo poemas que he escrito en algún momento de extraña inspiración y que pueden servir para la ocasión. Una vez que consigo eso, ¡ya está! Cuando el barco ha zarpado, una de dos, o pone rumbo hacia otros mares, otros océanos, o se hunde en las profundidades y nunca más se supo de él. He hablado de “barco”, eso en un poco presuntuoso por mi parte, las canciones que yo “capturo” son muy sencillas, son barquitas que navegan por el mar en días soleados y que cualquiera puede divisar desde la orilla sin esfuerzo.

Para amenizar un poco la cosa, os dejo dos muestras de mis cancioncillas:

Una en clave de humor, con coros temblorosos por la emoción:

“Desayuno con Clint Eastwood” de mi 2º CD “Saliendo del Laberinto”

Y otra completamente distinta.

“Esos Ojos” de mi 7º CD “Todos quieren ser felices”

Babelain E.P. Viaje interestelar

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El 11 del 11 del 11 a las 11 de la noche es un buen momento para publicar el último E.P. de Babelain. Un E.P. atípico, con cuatro canciones y un instrumental. Esta vez no hay versiones.

(Todas las voces e instrumentos por Babelain. Mavi silba conmigo en "El Héroe razonable)

1.-Viaje Interestelar

2.- Soledad

3.- El vertigo del naufragio

4.- Deja que sueñe despierto:

5.- El Héroe razonable:

Link para bajar el E.P. con portada incluida:

http://www.megaupload.com/?d=Y8Q9XO0Q

LETRAS:

SOLEDAD

(Letra y música.- Babelain)

¿Dónde estabas tú cuando no encontraba mi sombra?

¿Qué hacías cuando la noche se quebró?

¿A quién cubrías cuando el viento arreciaba?

¿Con quién hablabas, a quién cantabas tu canción?

Siempre estuve a tu lado

Aunque tú siempre me ignoraste

Cuando hiere la luna

Necesito soledad

¿Dónde estabas tú cuando todo empezaba

Y la tormenta nos mostraba su verdad?

¿qué hacías tú cuando los pájaros callaron?

¿Dónde estabas tú, bendita soledad?

Siempre estuve a tu lado

Aunque tú siempre me ignoraste

Cuando hiere la luna

Necesito soledad

EL VÉRTIGO DEL NAUFRAGIO

(Letra y música.- Babelain)

El vértigo del naufragio/se fusiona con mi sombra

La ilusión que me quedaba/se desprende como un pétalo

Me he asomado a la puerta/del otro lado del mundo

Algunas estrellas muertas/caen del cielo lentamente

Los náufragos construyen balsas de fuego

Navego hacia el infinito/olvidando mi pasado

Atravieso el horizonte/el cielo es pergamino

El suelo es un mar/de espesa ceniza negra

Los pájaros de mercurio/gorgojean en el aire

Los náufragos construyen balsas de fuego


DEJA QUE SUEÑE DESPIERTO

(Letra y Música.- Babelain)

Deja que sueñe despierto

En el umbral de tus sueños

Donde agarrada a un paraguas

Bailas con tus pies pequeños

Deja que hable contigo

De lo que hablan los locos

Dentro de una seta blanca

Bebiendo leche de coco

El tiempo se ha transformado

En conejo

Y se ha marchado en un tren

Muy lejos… muy lejos

---

Si quieres vamos al río

Aquel donde se bañaban

Delfines de agua dulce

Que después se transformaban

En pájaros de mal agüero

Que charlaban por los codos

Y tú te reías de ellos

Citando a los Reyes Godos

El tiempo se ha transformado

En conejo

Y se ha marchado en un tren

Muy lejos… muy lejos

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Deja que sueñe despierto

Con un caldero de plata

Donde se cuecen muy lentos

Sueños color escarlata

Que hagan que la vida sea

Un poco menos ingrata

y que se cumpla el deseo

de esta humilde serenata

El tiempo se ha transformado

En conejo

Y se ha marchado en un tren

Muy lejos… muy lejos


EL HÉROE RAZONABLE

(Música y letra.- Babelain)

El Héroe razonable

Se ríe de los ciclones

Baila con las estatuas

Salta entre los balcones

En un lecho de porcelana

El fuego helado del amante

Derrite todas las lágrimas

Ya nadie ama como antes

Grita la sangre del viento

Y resquebraja los labios

De las tardes de los bosques

Donde se cobijan los sabios

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Los jardineros sin rostro

Riegan con miel de azahar

Las bocas de las langostas

Que han desertado del mar

Cerezas de carne y hueso

Reflejan en los espejos

La sonrisa de las flores

Que lloran porque están lejos

La lluvia dibuja sombras

Sobre las piedras dormidas

Y borra viejas historias

Antes de su partida

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Ya se aleja la tormenta

Aúllan los peces del lago

Las estrellas nos arropan

No sufrimos grandes estragos

En un rincón del verano

Hay una veleta oscura

Señalando hacia la noche

Sin pasar por la locura

El Héroe razonable

Esconde el puño en el bolsillo

Sonríe al rayo de luna

Entre el canto de los grillos

La búsqueda implacable

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La búsqueda implacable

No hay lugar en el mundo donde te puedas esconder. El loro fue testigo y cantó tu nombre; ya se quién eres. Estás perdida. Ni operaciones de cirugía ni escondites prodigiosos en parajes remotos. Allí donde estés te encontraré. Viva o muerta. Tu olor inconfundible te delata a miles de kilómetros. Tu presencia es visible a través de selvas intrincadas o ciudades monstruosas. Tu corazón no late muy fuerte, pero lo registrarán los sofisticados aparatos que utilizo en tu búsqueda. Ya puedes empezar a temblar, el sudor frío resbala por tu rostro, empapa el pecho, recala en el ombligo…

Hoy descanso en la búsqueda. Yo puedo parar, tú no; estás condenada a huir siempre, siempre, hasta que te de alcance, te acorrale y vea como tus ojos no pueden evitar enfrentarse a los míos y reconozcas que has perdido.

Mañana seguiré. Hoy, sentado en la terraza de este hotel tan acogedor, beberé unas cervezas leyendo poemas de Yeats; luego buscaré una compañía agradable para que me haga olvidar por un instante que voy en tu búsqueda. La búsqueda implacable de la felicidad.


Propósitos (Confesables)

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PROPÓSITOS

Aplicarle el boca a boca al Grito ahogado en la garganta

Bajar del Árbol de noche y pisar las hojas descalzo

Encontrar lo Extraordinario oculto en lo Cotidiano


Cruzar veloz el Escenario sin apenas dejar sombra

Saludando al viejecito que sonríe en primera fila

Limpiar cada molécula de los átomos incrédulos

Evitar la zancadilla de los fantasmas traviesos

Formular los propósitos justos para que no se agote el Genio

Y seguir abriendo el buzón por si ha llegado la carta


La Cita 2

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La Cita 2

Kate bajó a la calle y fue a parar el primer taxi que pasaba, pero no hizo falta; el taxi paró justo a su lado y de él se bajó un hombre de aspecto bohemio, pelo revuelto, bien parecido y con una sonrisa abierta

-¡Kate!

- (con gran sorpresa)…¡Peter!…pero…no estabas en Europa?

-Acabó mi contrato con la banda y aquí me tienes; te llamé hace un rato por teléfono pero no contestabas.

-Creía que era mi madre

-Volvamos a empezar ¿no?, aprovechemos la oportunidad, ahora me quedaré por un tiempo en New York; voy a formar una banda de cool jazz para tocar en los garitos de la zona. Ayúdame a bajar el equipaje, ¿quieres?

-pues… si, si…no te esperaba tan pronto de vuelta…

Kate, aunque un poco indecisa al principio, no pudo rechazar la oferta de Peter, que unos meses atrás se tuvo que marchar a Europa enrolado en una famosa banda de jazz y ahora volvía con ella, quien sabe por cuanto tiempo; Kate seguía enamorada de él, eso era una de las pocas cosas claras que tenía en su vida . Subieron al apartamento y mientras él la besaba en el cuello, buscó en la guía el número de teléfono del bar donde se había citado con Parker. Peter entró en la ducha y Kate llamó al bar

-King Cole Bar?

-Si, ¿que desea?

-Por favor, ¿podría decirme si John Parker ha llegado?

-No, dijo que tenía una cita con una mujer pelirroja muy hermosa, que cuando apareciera le dijera que la disculpara, ya que los últimos acontecimientos le obligaban a no separarse del periódico ni un instante.

-¿Qué últimos acontecimientos son esos tan importantes…?

-¿En que mundo vive, señorita, no se ha enterado de la invasión de Corea del Sur por Corea del Norte? *

-Ahhhhh…pues no, me estoy enterando ahora mismo…bien, gracias de todas formas.

Kate preparó dos Bloody Mary, la bebida preferida de Peter, puso en la “radiogramola” el disco de Lennie Tristano “Wow” y esperó que saliera de la ducha, sentada en el sofá con un agradable y casi olvidado estado emocional que le recordaba tiempos pasados. Pensó fugazmente en la cita frustrada con John Parker, pero enseguida volvió a imaginar un futuro inmediato prometedor con Peter y se olvidó de todo lo demás.

* La Guerra de Corea comenzó el 25 de junio de 1950 al ser invadida Corea del Sur por Corea del Norte